sábado, 20 de enero de 2018

Carta del Obispo a los Catequistas de Huelva


Queridos hermanos y hermanas: 
El Encuentro Diocesano de Catequistas, que se celebra en Huelva el 27 de enero de 2018, es una ocasión, un momento de gracia, al servicio de la comunión, pues sin duda estrechará los lazos eclesiales, y será expresión de una Iglesia en salida, de una comunidad diocesana que intenta dar respuesta a una pregunta del Señor que se ha convertido en vocación: “¿A quién enviaré?” (Is 6, 8). 
Y la respuesta es sencilla: mujeres y hombres de todas nuestras parroquias que un día recibieron la invitación a ser catequistas para contagiar la alegría de Jesús. La catequesis es ese conjunto de esfuerzos, como decía San Juan Pablo II realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe, ellos tengan la vida en su nombre, para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo” (Catechesi tradendae, 1). 
Es grande y esencial esta tarea, tal como recuerda el Santo Padre Francisco: “Cuando la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora, no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal: «Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión». Por consiguiente, un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral. Recobremos y acrecentemos el fervor, «la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas […] Y ojalá el mundo actual —que busca a veces con angustia, a veces con esperanza— pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo»” (Evangelii gaudium, 10). De la alegría del encuentro con Jesús nace la necesidad de pregonarlo, de anunciar el amor de Dios. Esta es la misión de todas las personas que se dedican a la catequesis. 
Por tanto, quiero felicitaros por vuestra misión. Es más, quiero agradeceros en nombre de la Iglesia este servicio sencillo, hermoso, esperanzador, a veces lleno de dificultades pero también de satisfacciones. 
También deseo recordaros la importancia de la formación permanente, como hacía en mi carta La alegría de ser y vivir como cristianos hoy en Huelva, en la que presentaba el Plan Diocesano de Evangelización 2015-2019, porque la formaciónnos ayuda a afrontar y responder a los desafíos de nuestra sociedad cambiante a la luz del Evangelio (...); formarse como cristianos es siempre con-formarse, hacerse semejante a Cristo en nuestro modo de pensar y de vivir”. 
Esa es la misión de la Iglesia, esa es la misión de los catequistas, que de todos nosotros se pueda decir, como del Señor Jesús: “pasó haciendo el bien” (Hc 10. 38). A ello nos ayude la intercesión de María, la Estrella de la Evangelización, para que podamos imitar a Jesucristo. 
Con afecto os bendigo. + José, obispo de Huelva.

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